El otro día, escuchando de nuevo la Ted Talk de Simon Sinek “Por qué los buenos líderes dan seguridad”, entré en conflicto a propósito de uno de los temas que plantea.
El otro día, escuchando de nuevo la Ted Talk de Simon Sinek “Por qué los buenos líderes dan seguridad”, entré en conflicto a propósito de uno de los temas que plantea.
Sinek explica que Charlie Kim, director general de una empresa llamada Next Jump en la Ciudad de Nueva York, una empresa de tecnología, tiene como política interna no considerar el despido dentro de su organización. Plantea el paralelismo con una familia que al atravesar momentos difíciles pudiera considerar despedir a uno de sus hijos. Y, obviamente, nunca haría eso. Entonces, plantea Kim, ¿por qué consideramos el despido dentro de nuestra organización? Charlie Kim, cito literalmente, “implementó una política de empleo de por vida. Si uno consigue un empleo en Next Jump, no puede ser despedido por problemas de rendimiento. De hecho, si tiene problemas, le van a entrenar y le darán apoyo, al igual que lo haríamos con uno de nuestros hijos que regresa a casa con una nota mala de la escuela.”
Por supuesto, el tema de base del que habla Sinek y que quiere reforzar con el ejemplo de Next Jump es la confianza. Y ahí es desde donde planteo este artículo, en realidad una reflexión para crear otras reflexiones o para crear debate. Si realmente cada directivo, jefe, responsable se volcara en ayudar a sus empleados y reforzarle, ¿creemos que es posible llegar a este modelo de empresa donde nadie decaiga en su rendimiento, donde la confianza sea tan nuclear que asegure y garantice el cuidado de cada trabajador?
Entendiendo que una persona pueda decidir irse por los motivos que sean, ¿creemos que no deberíamos considerar el despido? Y hay empieza el cuestionamiento.
En nuestra experiencia, en el pasado hemos decidido finalizar la vinculación contraída con algunos consultores, y creo que ha sido una decisión sana para el equipo.
O bien, puntualmente, hemos podido proponer a algún directivo la posibilidad de despedir a alguna persona, creyendo honestamente que será lo mejor para las dos partes.
El tema que me preocupa es si esas situaciones se han dado porque ya de entrada trabajamos desde la creencia de que una relación profesional puede romperse por las dos partes. Y esa creencia es tan fuerte que está atentando contra el valor de base que defendemos: la confianza!
¿Qué pasaría si como Kim no considerásemos el despido y tuviéramos un estilo de liderazgo orientado a que cada persona rinda al máximo sabiéndose seguro?
Y siento que este pensamiento me genera, en algún punto, rechazo. Hay una voz que dice: “¡No puede ser! Este modelo no es posible.” O “no todos los managers sabrán/querrán hacerlo”, con lo cual desconfío de los managers -aunque no de la política de la empresa-.
Todo ello me toca en relación a otro derecho o valor básico, la libertad, mi libertad. En este caso, la libertad de poder decidir quién es bueno y quién no para la empresa. Toca también con el miedo a generar agravio comparativo, situaciones de desigualdad… pero veo que es el pez que se muerde la cola.
Me doy cuenta de que estos miedos, estas resistencias que me asaltan, parten de que no creo posible que se implante al 100% ese liderazgo, ese cuidado. Lo estoy escuchando desde la “no posibilidad”.
Entonces, ¿estamos hablando de confianza desde la desconfianza?