Últimamente ha coincidido que he escuchado muy a menudo “lo que tenga que ser, será”. En un conversación con otra persona, una frase que te llega de la mesa de al lado, al despedirse alguien, … y me ha acompañado estos días hasta que he decidido ponerme a escribir sobre ello.
Creer en esta expresión puede ser bueno o no. Con una actitud de “lo que tenga que ser, será”, uno encuentra que le es fácil afrontar situaciones complicadas o difíciles de entender. Pero una actitud así también nos puede quitar el poder que ejercemos sobre nuestra vida y liberarnos de la responsabilidad que tenemos.
Si las cosas funcionan, quiere decir que todos nuestros esfuerzos han sido inútiles porque, al fin y al cabo, lo que ha pasado tenía que pasar tanto si nos esforzábamos como si no.
Merece la pena darle una vuelta porque es una expresión ambivalente, sirve para aquél que no se quiere esforzar o responsabilizarse, como para aquél que acepta que hay cosas que escapan a nuestro control y en momentos de incertidumbre necesitamos confiar. No hay nada peor que no entender y una salida es refugiarnos en el destino. Cuando optamos por esta opción frecuentemente se asocia a otras expresiones como “déjalo que fluya” o “todo tiene su porqué” ambas válidas y ciertas pero, como todo, el matiz está en la interpretación y el significado que les atribuyes.
Crees en ti mismo o en el destino ¿Quién tiene el control? Albert Einstein dijo “Somos arquitectos de nuestro propio destino”, en esta cita hay mucha responsabilidad. Por supuesto no me estoy refiriendo a querer “controlarlo todo” y no dejar que la vida acontezca, fluya y la podamos disfrutar como nos merecemos. No, me refiero a qué papel decido ejercer, activo o pasivo, proactivo o reactivo, inconformista o resignado.
Así que la expresión con lo que si tiene que ver es con la actitud que elegimos tener ante lo que nos sucede y es decir, con la responsabilidad, esa habilidad de responder, es una elección de cómo nos posicionamos frente a los acontecimientos que vivimos, con la libertad de elegir nuestras propias acciones en cada momento, y de cómo nos hacemos cargo de ellas.
Se trata de reflexionar sobre: “dado lo que hay”, ¿qué quiero yo respecto de esta situación?, ¿de qué me voy a hacer cargo yo?, ¿qué elijo hacer?, ¿qué voy a hacer?
Nuestra interpretación de la responsabilidad influye en cómo nos relacionamos con las circunstancias y qué hacemos con lo que sucede.
Son muchas las cosas que nos pasan diariamente, las prisas, el estrés, los problemas, las fuerzas, los ánimos, las presiones y hace que en determinados momentos lo podamos vivir como una carga y cuando esta es muy pesada a veces le entregamos nuestra responsabilidad a otros, claro que cuando hacemos esto también cedemos el control sobre parte de nuestra vida. Otra salida es culpar a las circunstancias de todo lo negativo que nos pasa, lo que conseguimos entonces es estar a merced de factores externos y lo que nos queda es esperar a que suceda algo bueno. Porque … lo que tenga que ser, será.
La responsabilidad es una decisión. Puedes decidir ser responsable de tus acciones y mantener el control sobre tu vida, o cedérselo a los demás y a las circunstancias.
Claro que no podemos ni se trata de controlarlo todo pero, si podemos centrarnos en aquello que podemos influir. De manera que “lo que tenga que ser, será” ocupa un espacio pero relativo.
Cuando hablo de ser responsables de nuestros actos y sus consecuencias no solo tiene que ver con lo que nos atañe directamente, es ser conscientes de que somos parte de aquello que sucede a nuestro alrededor (sociedad, política, economía, decisiones, valores,…) y que inevitablemente lo que hagamos o dejemos de hacer tiene un impacto. No es neutro, no es estéril. Si sucede algo en tu entorno que no compartes o lo combates o formas parte de ello. Platón dijo “el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores”. Sorprendentemente actual y aplicable a muchos ámbitos de nuestra vida.
Aunque no podamos detenerlo ejerzamos la responsabilidad de tomar medidas. Ciudadanos inconscientes de su poder, rigen todo lo que pasa en el mundo.
La responsabilidad es libertad de elección y a veces cuesta que entendamos que no hacer, el no decir, el no actuar también es una elección y también conlleva asumir una responsabilidad antes de derivar en la queja.
Así pues, pienso que antes que dejar nuestra vida en manos de lo que nos depare el destino podemos elegir entre aceptar la realidad o hacer algo para cambiarla.
Toma sentido como nos recuerda José Saramago que:
“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”