Durante casi 10 años me dediqué a las finanzas. Aterricé suavemente en el mundo profesional “escudriñando” facturas e inventarios como auditor para luego pasar a tener la responsabilidad de la planificación financiera de una región de Europa de una multinacional americana.
Si algo aprendí en esa época fue la disciplina de los principios financieros y su relevancia en el enfoque de gestión de las organizaciones. Sin su comprensión y su correcto uso se navegaría en un mar de incertidumbre sin conocer el efecto de nuestras decisiones, sin saber el nivel de “aire” de tesorería que consumimos o sin considerar que el saldo de nuestra cuenta corriente es el que marca de manera irrefutable al final de cada mes nuestra capacidad de seguir y subsistir como organización.
Uno de los principios financieros fundamentales es el que hace referencia a la consideración del RIESGO en el ámbito organizacional. Y ahora, después de muchos años, se ha convertido en un ingrediente estratégico de nuestro modelo de cambio Valor Total.
¿Qué es el Riesgo?
Es la posibilidad de que ocurra algo no esperado y que ello implique un perjuicio, daño, peligro, desgracia o fatalidad para un sistema determinado.
El nivel de riesgo de una organización depende de:
- La amenaza: entendida como el conjunto de fenómenos del entorno que son generadores de riesgo. Estos fenómenos tienen un grado de “intensidad” y se presentan con una determinada “frecuencia”. Las amenazas volátiles, inciertas, complejas y ambiguas que las organizaciones han de afrontar en estos momentos y que configuran un entorno VUCA.
- La vulnerabilidad: entendida como la característica de un sistema que lo hace susceptible de ser afectado por la amenaza. Los tres elementos que determinan el grado de vulnerabilidad son el “grado de exposición” a la amenaza, el “grado de fragilidad” del sistema y el “grado de resiliencia” o capacidad de recuperación del sistema a los impactos de la amenaza.
El nivel de riesgo por tanto:
- Es una señal de alerta sobre el grado de exposición y vulnerabilidad de una organización a las amenazas del entorno en el que trabaja.
- Es un elemento fundamental en la toma de decisiones operativas y financieras y que condicionan la sostenibilidad de una organización. Es, por tanto, un elemento más que relevante para sus accionistas[1].
- Es un factor central en la definición estratégica ya que determina el grado de vulnerabilidad asumible dado un determinado nivel de amenaza (entornos VUCA).
Gestionar la Vulnerabilidad: la Adaptabilidad
En nuestro modelo de cambio entendemos que la capacidad de adaptarnos a un entorno, es decir, la adaptabilidad, es lo que nos permite ser menos vulnerables y poder sobrevivir en el tiempo.
De esta forma, si aumentamos nuestra capacidad de adaptación aumentando nuestra capacidad de anticipación y cambio, disminuimos nuestra vulnerabilidad ante los riesgos y, por tanto, aumentamos nuestra capacidad de generar Valor Total. Así nos convertimos en una organización atractiva para todos los actores vinculadas a ella.
En sentido contrario, si disminuimos nuestra capacidad de adaptación, no estaremos preparados para dar respuesta adecuada al entorno. No podremos desarrollar iniciativas de cambio adecuadas y, en consecuencia, aumenta nuestra vulnerabilidad ante los riesgos y disminuye nuestra capacidad de generar Valor Total.
Desde una mirada práctica podemos dividir la adaptabilidad en tres grandes ámbitos interconectados entre sí.
- Adaptabilidad al Mercado
Nuestra adaptabilidad al mercado se materializa en la capacidad de hacer evolucionar nuestra entrega de valor al entorno en concordancia con lo que éste necesita y reconoce. Clientes, proveedores, instituciones y otros actores sociales, al igual que nosotros mismos, estamos sometidos a la influencia de las megas tendencias del mercado: tecnología, cambio generacional, globalización, cambios culturales, limitación de recursos, etc. Por ello es necesaria desarrollar una gestión eficiente de la calidad relacional externa para poder proteger y consolidar las relaciones de intercambio con todos los actores con los que interactuamos.
En general, la capacidad de adaptación al entorno se hace visible en comportamientos tales como:
- Invertir en escuchar el entorno
- Identificar tendencias y visualizar nuevos escenarios
- Crear alianzas sostenibles que permitan aumentar la capacidad de acción de la organización
- Tener visión y pensamiento global y sistémico
- Adaptabilidad Operativa
Es nuestra capacidad de adaptación interna para dar respuesta adecuada a los cambios del entorno. Recibe la influencia directa de la adaptabilidad al mercado e implica capacidad de adaptación estratégica, de rediseño de procesos internos, de aprovechamiento del conocimiento y del talento, etc. En definitiva implica asegurar nuestra predisposición a adaptar la manera en que hacemos las cosas, de pensar y de aprender. De esta manera nos dotamos de capacidad de respuesta a situaciones de cambio súbito, indefinición o contradicción manteniendo nuestro mejor nivel de respuesta.
En general, la capacidad de adaptación operativa se hace visible en comportamientos tales como:
- Anticipar las necesidades de la organización
- Analizar el impacto del cambio en los sistemas y procesos
- Comunicar efectivamente la visión y la imagen deseado de los cambios
- Manejar situaciones cambiantes manteniendo la actitud positiva
- Proporcionar formación y apoyo para manejar resistencias y aumentar la confianza
- Adaptabilidad Financiera
Es la capacidad de adaptación de la estructura económico-financiera de la organización. Es el último nivel de cambio en el que se puede asegurar la sostenibilidad de la misma. Define la capacidad de acceso a recursos financieros que permitan sostener la actividad operativa de la organización. Es esta capacidad la que limita en última instancia la supervivencia organizacional.
Sobre ella actúan dos tipos de factores:
- Factores técnicos: Decisiones de inversión (Activos) y diseño de la estructura de financiación de la organización (Pasivos), tanto en volumen como en tipos de recursos
- Factores relacionales: Tipos y distancias relacionales con accionistas, sistema bancario, proveedores y acreedores que determinan la facilidad de acceso a recursos financieros.
Elogio del Riesgo
Si no existiese la percepción de riesgo no existiríamos. No tendríamos ninguna señal que nos anuncie que algo no funciona adecuadamente entre nosotros y el entorno en el que vivimos. Y sin capacidad de gestionar el riesgo y la fatalidad no dispondríamos del catalizador que permite poner en marcha los sistemas de alerta y anticipar la necesidad de protección de la organización.
Sin riesgo no sentiríamos el apremio que infunde el dolor en los humanos y no se activarían las capacidades de cambio y adaptación que nos hacen menos vulnerables y más poderosos para sostenernos en los entornos complejos e inciertos en los que nos toca vivir.
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[1] Financieramente el riesgo, y la aversión al riesgo de los que toman las decisiones de en una organización, indica que un inversor, ante dos inversiones de idéntica rentabilidad escogerá aquella de menor riesgo. Por ello una organización deberá maximizar su capacidad de generar flujos de caja y, a la vez, y disminuir sus variabilidad, es decir, la probabilidad de que puedan variar respecto a lo que prevemos. (Adserà y Viñolas. “Principios de Valoración de Empresas”. Ed. Deusto. 1997)