Creo que en los últimos meses, y, sobre todo, en las últimas semanas, no hay ninguna conversación en los entornos de trabajo (oficinas, despachos, clientes…) o con familiares y amigos que no aborde la situación política y el contexto de incertidumbre en el que estamos. Es igual que estemos en Catalunya o trabajando en cualquier punto del estado español, las preguntas son siempre las mismas. Y, si no se habla de ello, es por declaración explícita de “No vamos a hablar de…” con lo que sigue estando la conversación en estado latente. Y no es para menos!
Efectivamente la responsabilidad nos lleva a estar informados de lo que pasa y a actuar hasta donde individualmente podemos actuar. Hay un sentimiento generalizado, me atrevo a decir, de tristeza. Pero creo, también, que muchos de nosotros en algún momento hemos ido más allá de la preocupación razonable y hemos entrado en shock, o la ansiedad ha llegado a quitarnos el sueño, o hemos tenido -o tenemos miedo-, un temor que nos ha “paralizado” o, por lo menos, ralentizado, y que… y que… y que….
Y eso ya nos es responsabilidad, es no saber ejercer el autocontrol.
Por eso, días atrás, en una sesión de trabajo con un cliente, me pareció útil recuperar un antiguo concepto de S.R. Covey: Círculo de Preocupación vs. Círculo de Influencia.
Al hablar de Círculo de preocupación nos referimos a ocupar nuestra mente –y, por tanto, nuestro tiempo- en cosas sobre las que directamente no podemos ejercer ningún control. Nos genera Pre-ocupación desbordada, no “ocupación” y provoca sentimientos de enfado, frustración, desasosiego e impotencia.
Por el contario, cuando hablamos de Círculo de influencia, hablamos de centrarnos en todas aquellas cosas sobre las que sí podemos ejercer control directo, sobre las que podemos hacer algo al respecto. Con ello conseguimos no sólo una actitud proactiva sino tranquilizar la mente y aumentar nuestra eficacia.
Desde la Influencia, en cuanto al tema que nos atañe podemos decidir, por ejemplo, hasta dónde queremos o no estar informados (¿sobreinformados?), reduciendo, si es el caso, el acceso a mensajes y noticias que circulan en las redes sociales; podemos decidir no entrar en provocaciones, podemos elegir con qué personas nos ayuda poder desahogarnos y con cuáles, por el contario, preferimos no abordar ciertos temas… Y podemos elegir centrarnos en lo esencial.
Tengo que confesar que, conociendo este enfoque como lo conozco desde hace años, me vino muy bien recuperarlo y aplicármelo. Empecé a “centrarme” de nuevo y desaparecieron en gran medida todos los fantasmas y las fantasías temidas que me venían acosando. Desde ese día, cada vez que me asaltan miedos que quedan totalmente fuera de mi control, me repito: “Aquí y ahora, qué puedo hacer ante esta situación/información/ hecho?” Y, si puedo hacer algo, lo hago, y si no –la mayoría de las veces- me concentro en mi trabajo, si estoy en el despacho, o en la actividad en la que esté, si se trata de mi tiempo libre. Me doy cuenta de que con ello he vuelto a experimentar un estado de quietud interna, no me atrevo a llamarlo paz, pero sí por lo menos tranquilidad y la tristeaza está dando paso a una cierta “aceptación”; y también he ganado concentración en el trabajo, disfrute en mi tiempo libre y, como efecto colateral, serenidad y perspectiva para analizar la situación externa.
Como decía Victor Frankl, a quien ya he mencionado en otros artículos, no siempre podemos elegir las circunstancias que nos rodean. De hecho, muchas veces NO podemos elegirlas, pero siempre podemos elegir nuestra actitud frente a dichas circunstancias.
Y eso nos lleva a nuevas preguntas: ¿Víctima o protagonista? ¿Reactivo o Proactivo?
Está claro que vivimos un momento histórico sin precedentes para muchos de nosotros; para otros, quizá un “dejà vu”. Pero es cierto también que cada día que pasa ha de ser un día vivido y trabajado y lleno de sentido invirtiendo nuestro tiempo en aquello sobre lo que sentimos que sí ejercemos control, para transitar por esta coyuntura con la mayor serenidad posible y contribuyendo a la sociedad proactivamente.