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Aprendizajes durante el confinamiento

(…) Cuando uno tiene sed
Pero el agua no está cerca,
Cuando uno quiere beber
Pero el agua no está cerca.

Qué hacer, tú lo sabes,
Conservar la distancia,
Renunciar a lo natural,
y dejar que el agua corra. (…)
Estrofas de “Agua” de Jarabe de Palo

Estaba escuchando la lista de reproducción “confinamiento” que estas semanas hemos hecho con la familia. Una manera más de compartir, de conocer al otro, de descubrir melodías y estilos. Al escuchar la canción “Agua”, pensé en la similitud con la situación que estamos viviendo.

Cuando uno tiene sed, pero el agua no está cerca…”

Anhelamos cosas sencillas, abrazar a familiares, tomar algo con amigos, salir a pasear, besar, ir a ver un espectáculo… cosas que ahora mismo no están a nuestro alcance.

El covid-19 y, por ende, el confinamiento, nos ha puesto en una situación de la que no saldremos indemnes, ni como sociedad, ni como individuos.

Creo que, a pesar de todo, tenemos como sociedad la oportunidad de cambiar o revisar muchos aspectos que hasta ahora dábamos por válidos. Aunque, como dice la sabiduría popular, “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra” así que tengo mis dudas sobre si aprovecharemos esta oportunidad, pero éste es un tema para otro post.

Volviendo a lo que comentaba. La canción, que trata del sufrimiento de amor, me ha hecho conectar con la situación en la que estamos y en concreto con el proceso que estoy viviendo.

En estas semanas he pasado por la hiperactividad, la preocupación, la frustración, el cansancio, la irritabilidad, la tranquilidad, la gratitud, la exigencia… Es decir, por una montaña rusa emocional que he ido manejando con mayor o menor acierto.

Pero con algo con lo que me ha confrontado es con la paciencia, o mejor dicho, en mí caso, con la impaciencia. No especialmente con mi familia o con el “confinamiento” sino con el propio ritmo de las cosas.

“Renunciar a lo natural”…

En mi montaña rusa particular pasaba por momentos que me decía “para y cuídate” y otros en los que me decía “tienes que hacer, hacer, hacer, es un momento excepcional y ahora toca esto”, con lo que anulaba lo anterior y me engañaba pensando que me escuchaba. Y me escuchaba, pero no lo suficiente, así que el cuerpo, que nos habla en voz baja y no le hacemos caso, esta vez alzó la voz en forma de “cólico nefrítico” y ahí conecté con la doble dualidad paciencia-impaciencia/exigencia-aceptación.

El mundo prácticamente se ha parado, pero la mayoría de nosotros no! Cada uno en su micro mundo ha continuado. Hemos encontrado formas de seguir haciendo. Y, me arriesgo a decir, que en muchos casos no siendo conscientes de que lo hacemos.

La situación actual requiere acción y también requiere paciencia.

La impaciencia es energía no canalizada. Volviendo a mi caso, yo no estaba dirigiendo bien mi energía. La ponía al servicio de hacer cosas, de los demás, de los proyectos y de tachar lo “hecho” de mi lista mental. Algunas cosas iban muy rápido y esa sensación no me gustaba.

No se nace paciente. Los bebés lloran cuando tienen hambre. No tienen control sobre las cosas y quieren una respuesta inmediata.

En momentos de gran incertidumbre los adultos también perdemos el control y volvemos a comportamientos muy primarios. Nuestra forma de “llorar” es, para unos, la ansiedad y el bloqueo, y para otros, reaccionar y hacer sin pensar.

El término paciencia tiene su origen en el latín (patientia), que deriva del vocablo pati (“sufrir”). Para la RAE, paciencia es la Capacidad de soportar o padecer algo sin alterarse.//Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho// Lentitud para hacer algo.// Y otras acepciones. Tanto por su etimología como por la definición de la RAE parece que la paciencia se relaciona con sufrir.

Sin embargo, desde el punto de vista que quiero tratar y con el que yo conecto es con la mirada de la paciencia que se basa en la aceptación (*). La que requiere aceptar que la realidad es la que es, que lo ritmos en momentos de incertidumbre son otros, que en confinamiento los estados de ánimo se pueden ver alterados y también las respuestas que damos a los demás.

“Aprender a ser paciente es el primer paso para aliviar el sufrimiento”

La paciencia no es pasiva, no tiene que ver con el conformismo, la apatía o la comodidad. Es dinámica, es un acto consciente de gestión de tus pensamientos y emociones. Tiene la connotación positiva queimplica dejar que los acontecimientos ocurran cuando tienen que ocurrir, sosteniendo y manejando juicios, impulsos y acciones. Requiere de aprender y desaprendernos: desaprender nuestras propias creencias, sensaciones y comportamientos.

Distingo cuatro ámbitos donde desplegar la paciencia:

  1. Conmigo misma: ritmo interior y auto exigencia
  2.  Con otras personas: cuando una persona o conversación me molesta o irrita.
  3. Ante situaciones del día a día: emails, whastapp, esperas al teléfono o en una tienda, asuntos cotidianos que me impacientan
  4. Ante dificultades o adversidades de la vida: capacidad de ver más allá ante una situación difícil.

“Y dejar que el agua corra”

He decidido poner la atención en desarrollar la paciencia y también he leído para inspirarme y quiero compartir varios de mis aprendizajes.

En resumen, la paciencia se puede desarrollar, hacerlo nos ayudará a comprender mejor una situación, a evaluar y decidir con mayor conocimiento. Nos permite comprender raciones y comportamientos y a ofrecer mejores respuestas. Y, algo muy importante, nos permite vivir mejor los acontecimientos.
Doy la bienvenida a la situación.

Ánimos!

(*) La paciencia. Francesc Torralba. Ed. Milenio
Canción «Agua» de Jarabe de Palo

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