Blog

Una huella en el desierto

La semana pasada, tuve la maravillosa experiencia de viajar a Jordania. Era el primer viaje que hacíamos las cuatro hermanas juntas, por lo menos desde que de pequeñas habíamos viajado por España con nuestros padres.

Jordania es una auténtica belleza. Sólo por eso no hay duda de que recomendaría a cualquier persona visitarla: muchísimos testimonios romanos, la antigua Petra, el desierto de Wadi Rum, el Mar Rojo y el Mar Muerto son lugares bellísimos y cargados de historia. Todo lo que pueda decir es poco si no se ha estado allí.

Pero lo que no podíamos imaginar de ninguna manera es que lo que marcó la diferencia, por encima de todo, fue Ahed.

Ahed se presentó la primera noche como nuestro chófer-guía, según lo esperado y “contratado”. Y como era de esperar, como guía fue excelente y aprendimos o recordamos con él desde la Historia Sagrada, que abunda en Jordania, hasta la historia reciente del país, de cómo y cuándo se formó, etc., etc., etc.).

Pero en seguida descubrimos que Ahed era mucho más que un chófer. Y mucho más que un guía.

Era una persona que miraba el país con nuestros ojos, que leía y se anticipaba a nuestras preocupaciones, que proponía alternativas y sugería cambios que, en todos los casos, enriquecieron nuestra experiencia. Que estaba siempre presente y al que podíamos llamar en los ratos libres si teníamos alguna duda. Qué reía y bromeaba, utilizando el humor continuamente.

Siempre disponible, siempre presente, siempre cercano.

Mi hermana mayor tiene algunas limitaciones para caminar. Era algo que nos preocupaba bastante al decidir hacer el viaje juntas. Pero desde el primer momento, Ahed supo acompañarla, tenderle la mano, decirle hasta donde podía ir y hasta donde no, pidiéndole siempre un poquito más de esfuerzo. Se ofrecía para hacerle sólo a ella una ruta alternativa, para que pudiera ver lo máximo posible, a la vez que nosotras podíamos hacer la excursión completa. La animó, la entusiasmó, le dio consejos de vida, le exigió hasta donde ella podía asumir… sin descuidar a las demás.

A medida que pasaban los días, nos dábamos cuenta de que era indisociable nuestro viaje a Jordania de Ahed. Sin él, hubiera sido un viaje más, y desde luego fantástico. Pero con Ahed el viaje fue mucho más que eso: se creó un vínculo, una complicidad, creció la confianza y nos dejamos guiar por él, convirtiendo este viaje en algo irrepetible por inesperado. Se dio una suerte de magia que sólo se da en algunas ocasiones en la vida. Y su huella ha quedado grabada en nosotras para siempre.

Y nosotrxs, ¿somos huellas en el desierto?

Inevitablemente, fui haciendo el paralelismo con nuestro rol como líderes.

Pensaba si las personas que han pasado por nuestras organizaciones han vivido una experiencia “más”, es decir, hemos sido “buenxs jefxs”, hemos creado un “buen ambiente de trabajo”, les hemos “acompañado”… O si hemos creado en ellas una experiencia irrepetible. Algo único. Algo que nunca se olvida.

Y no hemos de temer que cambien de empresa, o de departamento, o de jefx. Eso son circunstancias de la vida. Nosotros también tuvimos que decirle adiós a Ahed, tuvimos que despedirnos y terminar una etapa.

Pero qué bonito sería que, en las personas que hemos liderado, al decirnos adiós, hubiéramos dejado una huella indeleble en sus vidas!

Lo que descubrí en Ahed

Ahed nos demostró una serie de cualidades que toda persona líder creo que querría tener:

  • Empatía
  • Complicidad
  • Capacidad de sugerir y provocar cambios
  • Reinvención
  • Conocimiento de las diferentes capacidades (por tanto, diversidad e inclusión)
  • Capacidad de motivar
  • Sentido del humor
  • Dar consejos sabios cuando sabe que puede darlos
  • Presencia
  • Cercanía
  • Generosidad para compartir conocimiento

Y algo que he dejado precisamente para el final porque me llamó la atención desde el principio. Siempre, siempre, siempre que quería decir algo que podría ser “controvertido” (en relación a temas religiosos/políticos, por ejemplo), empezaba la frase diciendo: “Con mucho respeto” y luego decía lo que opinaba de una forma que nadie se podría ofender, compartiera o no sus ideas. Por eso, Ahed ha sido también un ejemplo de Respeto.

Con mucho respeto, y, sobre todo, con mucha gratitud, Ahed, gracias por convertir este viaje en una enseñanza de vida y en un recuerdo imborrable.

Relacionados

CADA 2 SEMANAS
PUBLICAMOS UN ARTÍCULO.
NO TE LO PIERDAS.
SUSCRÍBETE AHORA.