Cumpliendo hoy con uno de esos propósitos que nos hacemos cuando tenemos vacaciones, y puesto que éstas se acercan a su final, me he puesto a ordenar la mesa del despacho, con la intención de tirar mucho y salvar alguna cosa relegada al olvido entre tanto papel inútil (porque soy de las anticuadas que aún guardamos en papel todo aquello que nos parece importante…).
Y ahí ha aparecido “la joyita” que me ha inspirado para este artículo, un breve texto de Samuel Husenman que transcribo a continuación:
“Una propuesta de cambio supone romper con el equilibrio en el que vivimos y, por tanto, pone en peligro la adaptación habitual que nos permite vivir y sobrevivir en el entorno (…)
El hecho de aprender, en general, tiene una consideración positiva en la mente de las personas. Pero es una consideración falsa.
Nada hay más arriesgado que aprender y hay profundas resistencias a tener que hacerlo. Aprender supone también desaprender una conducta adaptativa y exponerse e intentar algo nuevo.”
El texto de Husenman leído precisamente durante las vacaciones, me ha hecho pensar, sin llegar a conclusiones, sobre algunas cosas…
Las tan deseadas vacaciones no dejan de ser un CAMBIO con mayúsculas en nuestras rutinas, un ir en contra de esa adaptación habitual necesaria para sobrevivir en el entorno. Teóricamente, cambiamos horarios, cambiamos costumbres, cambiamos relaciones… Pero muchos de nosotros, yo misma escribiendo este artículo, seguimos invirtiendo horas de nuestro tiempo de descanso en temas de trabajo, en no terminar de cambiar. ¿Por qué? ¿Porque no somos capaces de abrazar es CAMBIO y no hacer NADA? ¿Porque sentimos presión social si no contestamos mails, llamadas, peticiones? ¿Porque tenemos cierta adicción que no podemos soltar?
En mi caso, en este momento es sobre todo por presión. Por miedo a no estar haciendo “lo que hay que hacer”! “He de escribir un artículo para el blog”; “He de contestar a…”; “He de…”. Un Pepito Grillo que no me deja estar tranquila. Pero estoy de vacaciones, no? Entonces? Paradojas, inconsistencias…
Pero hay un planteamiento radicalmente distinto (ya he dicho que no voy a sacar conclusiones…), y es que el GRAN CAMBIO es que estamos en el mundo de la hibridez, en un “mundo líquido”, donde las fronteras entre hacer/no hacer; descansar/ trabajar se difuminan y confunden…
Quizá este cambio que hemos de abrazar es que ya no hay “Trabajo” y/o “Vacaciones”, sino que todo fluye en un mundo donde las fronteras son mucho menos nítidas… Pero también me pregunto si eso que quizá deberíamos aprender es, precisamente, a desconectar, DESCONECTAR al 100%. Si no es ese el verdadero riesgo que no acabamos de tomar. No contestar, no responder, no escribir, no hacer nada relacionado con el trabajo hasta que llegue el día oficial en que volvemos de las vacaciones y nos conectamos con el trabajo.
Ahora el cambio no es del todo nítido, y el aprendizaje / desaprendizaje tampoco lo es… El hecho de que entremos y salgamos de los respectivos periodos vacacionales en diferentes momentos, unidos a la tecnología (mails/wa…), tampoco ayuda, ya que cada persona reconecta con las demás cuando aún no se ha ido o cuando ya ha vuelto de sus vacaciones… Y el “NO HACER” se contamina continuamente.
Creo que desde que he empezado las vacaciones, con un “bastante” firme propósito de desconectar, no habrá habido más de cuatro días seguidos en los que no haya atendido algún tema de trabajo, de mayor o menor importancia… Miedo al vacío? Sentido de la responsabilidad? O no poder sostener en “No Hacer”? O algo mucho más sencillo, el no permitirnos escribir el “CERRADO POR VACACIONES”, es decir, ese famoso mail de retorno que dice que no estaremos disponibles hasta el día tal. Aunque eso tampoco es garantía de no contestar. Los holandeses tienen un término para ello, el “niksen”, una práctica de bienestar que reivindica la inactividad y asegura que nos permite ser luego más creativos y productivos.
Que cada uno saque sus conclusiones. En mi caso, y sin querer juzgar lo que está bien y lo que está mal, el próximo verano quiero desconectarme completamente por lo menos 15 días. Es mi aprendizaje de este verano y el cambio que ahora mismo deseo hacer! Voy a practicar el NIKSEN, el arte de no hacer nada.
Felices vacaciones y buen regreso al trabajo!