Últimamente, me he encontrado en diferentes situaciones que me han llevado a reflexionar sobre el perdón y su inmensa fuerza sanadora…
Con frecuencia vemos películas o leemos historias cargadas de deseos de venganza, y nos puede llegar a parecer que es la forma natural de reequilibrar el orden de las cosas…
Pero lo que realmente da paz y abre y posibilita cambios transformadores es el perdón, no la venganza.
Estas navidades he visto una película que recomiendo en relación al tema que planteo: “Un largo Viaje”, basada en una historia real, donde las fuerzas venganza-perdón se manifiestan plenamente… hasta que una de ellas se impone. Prefiero no desvelar el final pero imaginémonos qué haríamos si hubiésemos sido torturados y tuviéramos, años después, a nuestro agresor delante y con la posibilidad de tratarle como él hizo con nosotros.
Por otro lado, una clienta y amiga me explicaba, tremendamente conmocionada, que su padre, de 89 años, el mismo día de Navidad había atropellado a un vecino de su pueblo, cerca de Bruselas, y le había matado. Mi amiga me decía que lo que más le había impresionado era que la familia del fallecido LES PERDONABA… Ella había ido a disculparse y a asumir toda la responsabilidad, por supuesto… pero esperaba, casi “deseaba”, muestras de enfado, ira, agresividad… que les culparan, que les dijeran “tu padre no debía conducir ya a estas edad…”, TODO, pero no que le perdonaran y se preocuparan por cómo estaban ellos…
El perdón es una lección difícil de asumir… NOS CUESTA PERDONAR, PERO NOS CUESTA AÚN MÁS SER PERDONADOS…
Y la tercera es una experiencia personal que nos ocurrió a mí y a mi pareja. Fue un conflicto familiar, con una de mis hermanas. Se dio una circunstancia en la que nos sentimos que ella y su marido nos faltaron al respeto, afectando negativamente a nuestros vecinos con un comportamiento inadecuado. Durante todo el tiempo que estuvimos con la tensión y la situación inconclusa, yo sentía que me faltaba energía, que no estaba bien… Hasta que pudimos hablar, nos pidieron perdón y les perdonamos sin volver a mirar atrás.
Perdonar pide, por tanto, que la parte que ha agraviado pida disculpas, que haya un acto consciente de reparación. Y pide que la parte agraviada diga “SÍ, TE PERDONO”, y podamos pasar página y construir una nueva historia a partir de ese momento.
“El perdón no cambia el pasado, pero sí el futuro”