Continuando con mi post anterior, quiero seguir ahondando en algunas de las ideas que L. Bragg presentaba, traduciéndolas a nuestra realidad 100 años después.
El primer concepto que quiero introducir es: ¿Qué hacer para no olvidar nada de lo que queremos decir?
En general, podríamos afirmar que no solemos ir a una Presentación de negocio con los folios en la mano para leerla… Eso es cierto… o sólo muy parcialmente cierto…, porque lo hacemos de una forma mucho más sofisticada y claramente engañosa: ESCRIBIMOS TODO LO QUE QUEREMOS DECIR EN LAS SLIDES y eso es lo que entendemos como SOPORTE VISUAL!!
Y, en definitiva, LEEMOS LA PRESENTACIÓN!!!
Bragg se expresaba con esta contundencia: “Estoy hasta tal punto convencido de la equivocación que supone leer una conferencia, que mis expresiones podrán parecer algo exaltadas. Creo que es una cosa horrorosa, algo que se da de bofetadas con lo que una conferencia pueda significar. La palabra oral y la escrita son dos cosas completamente distintas. Mientras que el lector puede detenerse para volver a un punto que le haya resultado difícil, el oyente no puede hacerlo y, en consecuencia, puede perder el hilo del argumento. En un relato escrito resultan molestas las repeticiones; pero cuando se habla, muchas veces resulta imprescindible exponer una idea clave de varias formas, para asegurarnos de que los oyentes han conseguido captar plenamente su significado (…) Cuando una persona escribe por anticipado el texto de su conferencia, resulta inevitable que lo haga como si ésta tuviera que ser leída, y no oída. Las ideas se suceden una a otra con rapidez excesiva. Desde luego, para el orador es más fácil leer que pensar “sobre la marcha”, construyendo frases y eligiendo las palabras según imponga el momento, puesto que en el primer caso puede elaborar el texto a sus anchas…”
En otros artículos aparecidos en nuestro blog, describimos la técnica de los Mapas mentales. Esa es la propuesta que nosotros damos para resolver esta cuestión. Efectivamente, el texto escrito se aleja mucho de la improvisación oral. Y nos aleja del público!! A la vez, está claro que necesitamos un guion que nos garantice que presentemos las ideas principales, y poder transmitir lo que es esencial que no se pierda. Pero también es cierto que “el directo” pide de nosotros una capacidad de “lectura” del contexto, de flexibilidad y adaptación a lo que está ocurriendo durante la presentación. Por eso, las ideas y conceptos clave nunca los improvisamos, y la técnica del Mapa mental nos facilita ese anclaje de conceptos clave. Lo que sí improvisamos y adaptamos, en directo, es el énfasis que ponemos en ciertos aspectos, el eliminar elementos que pueden resultar superfluos, y, por supuesto, la interacción con el público!!
En nuestra experiencia de más de 20 años hemos observado una y otra vez que cuando el comunicador empieza a leer las slides, habitualmente da la espalda al público, con lo que se pierde el contacto visual, con lo que cae la capacidad de conexión emotiva y la credibilidad; su tono de voz se vuelve monótono y la energía en la sala disminuye o desaparece casi por completo! Para colmo, presentamos exceso de datos y cifras que apenas se ven en la distancia, y lo hacemos en un orden diferente al que estamos hablando. Todo ello se traduce en confusión y pérdida, por exceso, de la información relevante, con la consiguiente pérdida del impacto que esperábamos causar…