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 Lo que los managers no resuelven a tiempo (y el coste de esperar)

La proactividad no es solo una técnica. Es una forma de estar.
No se trata de llenar la agenda de iniciativas, sino de leer el contexto antes de que grite, de actuar antes de que duela, de cuidar antes de que se rompa.

Muchos managers creen que son proactivos porque toman decisiones. Pero si esas decisiones llegan cuando el problema ya está instalado, no es proactividad: es reacción con buena voluntad.

Y hay temas que, si no se abordan a tiempo, se convierten en ruido. En desgaste. En pérdida.

Aquí van seis de ellos. Seis temas que los managers no siempre resuelven de forma proactiva. No porque no sepan. No porque no quieran. Sino porque están atrapados en el ritmo, en la urgencia, en el “ya veremos”.

Y ese “ya veremos” tiene un precio. En cambio, cuando los atienden, cambian la historia del equipo.


1. Equipos que no se alinean

Se asume que todos saben hacia dónde vamos. Pero los objetivos se interpretan distinto, las prioridades se dispersan, y el foco se diluye.
La proactividad aquí es alinear antes de ejecutar.
Es revisar juntos el propósito, los indicadores, los límites. Es evitar que cada uno reme en dirección distinta creyendo que está haciendo lo correcto.


2. Cambios que se comunican tarde

Cuando el cambio ya está decidido, lo comunicamos. Pero el equipo ya está en modo defensa. Porque no se les preparó. No se les escuchó. No han tenido tiempo de digerir, preguntar, adaptarse.
La proactividad es conversación. No solo decisión.
Invitar a participar, anticipar escenarios y acompañar emocionalmente.


3. Comunicación que solo aparece en crisis

Cuando todo va bien, silencio. Cuando algo falla, comunicamos. Pero ¿Qué pasa en los momentos neutros? ¿Qué narrativas estamos construyendo?
La proactividad es narrativa.
Es sostener el vínculo incluso cuando no hay nada que anunciar.


4. Conflictos que se enquistan

No se habla. Se evita. Se maquilla con reuniones y correos cordiales. Esperamos a que “se calmen las aguas” o a que alguien lo mencione. Pero el conflicto no desaparece: se transforma en distancia, en juicios, en desgaste emocional.
La proactividad aquí es crear espacios seguros antes de que el silencio se instale.


5. Bienestar que se atiende cuando ya hay señales de alarma

Burnout, desconexión, ausencias. Cuando vemos agotamiento, entonces preguntamos.
La proactividad es preguntar antes, cuidar antes, modelar antes.


6. Talento que se enfría

Nos enfocamos en lo urgente y postergamos conversaciones de desarrollo. El potencial se enfría, la motivación se diluye. Las personas hacen lo que se espera, pero no lo que podrían.
Y cuando finalmente preguntamos, a veces ya es tarde: el entusiasmo se ha apagado, o el talento ha decidido irse.

Ser proactivos es ver más allá del rol actual y sembrar futuro en cada persona.
Es preguntar antes de que alguien se sienta invisible. Es ofrecer retos antes de que aparezca la rutina.
Es reconocer el valor antes de que se convierta en queja.

Porque el talento no se retiene con beneficios. Se cultiva con mirada, con escucha, con confianza.


En Solorelatio creemos que la proactividad es presencia, escucha y anticipación consciente.
Es liderar desde el cuidado, no desde el control.
Y eso empieza por mirar con honestidad lo que evitamos, lo que postergamos, lo que nos incomoda.

Porque lo que no se resuelve de forma proactiva… se convierte en ruido.
Y el liderazgo consciente es, ante todo, una práctica de silencio lúcido y acción intencionada.

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