Seguramente, muchos de nosotros, nos hemos escuchado alguna vez diciendo cosas como “esto no puede ser”, “esto no me puede estar pasando a mí”, “si él no hubiera actuado así…”, “es que siempre lo hace igual…”,
Nos hemos parado a pensar ¿cuánto hay de cierto en estas afirmaciones?, ¿cuánto hay de inmovilismo personal?, ¿cuánto de falta de responsabilidad personal puede haber en estas y otras afirmaciones similares?
Quizás sería bueno que probáramos dar un paso adelante y buscar alternativas a las situaciones en las que sentimos que todo el mundo está en nuestra contra, que nos perjudica.
Hay dos aspectos que pueden ayudarnos a generar ese movimiento. Un movimiento que nos permita tomar las riendas de nuestro futuro.
En primer lugar, el psiquiatra y neurólogo Viktor Frankl (1905-1997), prisionero del régimen nazi explica en su libro “El hombre en busca de sentido”, como la libertad de escoger la actitud frente a diferentes situaciones que vivió, le ayudó a subsistir en aquel contexto. ¿Por qué elegimos quedarnos anclados en la queja?
Por otro lado, y tomando las palabras de Steven Covey observemos cómo actuando desde nuestro círculo de influencia (espacio dónde nosotros tenemos la capacidad de hacer) podemos generar movimiento y acciones. No permitamos que el círculo de preocupación se vaya haciendo cada vez mayor sin encontrar respuestas. Provocando constantes quejas. Quejas que pesan. Que generan diálogos internos paralizantes y que nos alejan de nuestras ilusiones, nuestro sentido personal y profesional.
¿Proactivos o reactivos? Vayamos a la búsqueda de soluciones. Tomar la iniciativa nos hace tomar el control de nuestra vida. Responsabilizarnos de que las cosas sucedan.
De nosotros depende… nada más y nada menos!!! Observemos de la manera más objetiva posible esas situaciones y veremos como en muchas ocasiones, la culpa no es del otro.
Decidamos ser actores o víctimas de nuestro futuro. Y responsabilicémonos de nuestra decisión.