Blog

Huellas de estupidez o inteligencia

Como es habitual en mis finales de vacaciones la neurona creativa estaba sin aceite y a punto de gripar el motor de las ideas. Y no tengo pudor en admitirlo. Seguramente vencido por los designios de la edad, me he acabado convenciendo de que el descanso que nos permiten las vacaciones es en realidad la invitación a poner en stand by el personaje encargado de producir, elaborar respuestas y generar resultados que habito el resto del año. No hay descanso más agradable que el dejar de alimentar ese personajillo durante unas semanas y a cambio engolosinarme en el dolce far niente.

En eso andaba cuando un colega me descubre una joya de libro. Un libro corto, se lee en menos de una hora y por tanto poco exigente. Antiguo, para los tiempos que corren, ya que se publicó hace 36 años. Simple en su estructura, con nueve capítulos fácilmente hilvanados y curiosamente ilustrados. Y, finalmente, de tema y título demoledoramente atractivos: LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA (editorial Crítica, 2024)

Escrito por Carlo M. Cipolla de quien Wikipedia dice que fue un historiador económico italiano que, con un enfoque humanista y en ocasiones humorístico, mostró interés, más allá de hechos materiales y cifras concretas, por las causas que a lo largo de la historia llevan a determinadas situaciones económicas y sociales. Sea como sea, Cipolla nos deja con este libro una huella de inteligencia desde la sutileza y el humor, en el mejor de los estilos sufi. E, investigando un poco, no ha sido el único que se ha interesado por el tema ya que San Agustín, Voltaire, Kant, Musil y Shopenhauer entre otros han escrito sobre él seguramente impactados por el efecto de pasmo que produce la estupidez (del latin stupor) cuando se contempla, vive y sufre.

Reflexiona Cipolla sobre la tragedia que afrontamos los seres humanos y que tenemos que cargar por el peso provocado por un grupo de personas que pertenecen al propio género humano. Un grupo más poderoso que la Mafia o que el complejo industrial-militar, no organizado, que no se rige por ninguna ley y que no tiene jefe, pero que consigue actuar en perfecta sintonía como si estuviese guiado por una mano invisible: el grupo de los estúpidos.

Os recomiendo su lectura para entrar en detalles, pero aquí os dejo las grandes ideas:

• La primera ley fundamental de la estupidez dice: “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuaos estúpidos que circulan por el mundo”. Y por esta razón estamos rodeados de mayor estupidez que la que creemos y mayor de la que incluso creemos ser conscientes. Hay más y están en todas partes.

• La segunda ley fundamental proclama: “La probabilidad de que una determinada persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona”. No es cuestión de raza, sexo, ideología, posición social, posición jerárquica, nivel intelectual, localización geográfica, etc. siempre encontraremos una proporción “E” de estúpidos en cada uno de esos ámbitos Y, recordemos, siempre mayor a nuestras instintivas estimaciones. Y si esto es así ¿Cuál es la E en mí mismo, en mi equipo, en las organizaciones, en los equipos de dirección, en mi grupo de amigos, en mis vecinos del pueblo…?

• La tercera ley fundamental, clave para distinguir quién es un estúpido y quien no, afirma: “Una persona estúpida es un apersona que causa un daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”. Y de aquí podemos deducir que:

  • Si hago algo que, en lugar de causar daño a otro, le causa un beneficio y yo no obtengo provecho para mi o incluso obtengo un perjuicio, no soy un estúpido, soy un cálido incauto.
  • Si hago algo que causa daño a otra persona y haciéndolo obtengo algo a cambio, no soy un estúpido, soy simplemente un malvado.
  • Si hago algo que, en lugar de causar daño a otro, le causa un beneficio y yo obtengo, a la vez un beneficio, no soy un estúpido, soy inteligente.
  • Sólo soy un estúpido cuando reparto daño sin obtener nada a cambio o incluso perder.

Y esto me hace pensar en algunas situaciones de alta estupidez que he vivido en la realidad cuando,

  • Se ha ignorado la opinión y el feedback de la organización por parte de la dirección. Cuando por ejemplo se ignora la voz de los mandos y se genera un clima de desconexión de la alta dirección y de mayor insatisfacción de los colaboradores que comienzan a buscar alternativas perdiéndose así oportunidades de mejora, adaptabilidad y de compromiso. Todos pierden.
  • Se ha subestimado a la competencia: Un directivo asume que la competencia es débil o irrelevante y, por lo tanto, no toma medidas para innovar o mejorar sus productos o servicios. Cuando la competencia lanza un producto superior o implementa una estrategia más efectiva, la empresa se ve superada rápidamente, perdiendo cuota de mercado y beneficios. Esta subestimación es otra forma de estupidez generadora de pérdidas.
  • Se ha promocionado a personas incompetentes: En una empresa, se promociona a empleados a puestos de mayor responsabilidad no por su competencia, sino por favoritismo, antigüedad o conexiones personales. Estas personas, incapaces de manejar sus nuevas responsabilidades, toman decisiones erróneas que afectan el rendimiento y la moral de toda la organización. Este tipo de acción es estúpida porque socava el rendimiento de la empresa sin ningún beneficio real para los involucrados.
  • Se ha ignorado el bienestar de los equipos: Los directivos que constantemente imponen metas y plazos exigentes, sin considerar el impacto en la salud mental y física de sus empleados, están actuando de manera estúpida. Esta actitud puede conducir a un aumento del estrés, agotamiento, bajas por enfermedad y alta rotación de personal. A largo plazo, el daño causado a los empleados también afecta a la empresa en términos de costos, productividad y reputación.
  • Se han asumido postulados y mandatos de otros sin digerir ni contextualizar. Los directivos, ansiosos de respuestas rápidas y resultados efectivos, asumen propuestas de estrategia y liderazgo encontradas en libros y artículos y lo hacen sin una adecuada digestión ni contextualización. No todas son útiles, ni todas son aplicables a nuestra realidad. Y lo que es peor aplicarlas a modo de correo transmisora y sin filtro les infantiliza y les convierte aún en más estúpidos.

La lista sería más larga pero lo dejamos aquí ya que toca finalmente preguntarse, ¿Y por qué este post al inicio de esta temporada?

Primero que nada por que debo aumentar mis capacidades para confrontar, evitar y hacer visible la estupidez que me voy encontrando en situaciones como las descritas más arriba.

En segundo lugar, y más importante, porque seguramente tendré que aumentar la atención a mi propia estupidez. Aquella que inconscientemente voy esparciendo con cada una de mis acciones, en cada una de mis intervenciones, de mis reflexiones, de mis posts, en mis acciones con mi equipo y en mi estar en mi casa con los míos. Sin duda alguna no puedo renunciar a seguir trabajando el escucharme más para saber escuchar mejor el impacto de mis acciones en los demás. En definitiva, para seguir responsabilizándome de mi existencia en mi profesión, pero, sobre todo, de mi existencia más allá de mi profesión. Esta última, en el fondo, aunque muchos aún no se han querido dar cuenta, no es más que un juego, un complejo y exigente juego. Pero es solo eso, un juego.

Y, en tercer lugar, quizás porque me doy de bruces con una verdad: la mejor de las inteligencias es cuidar con esmero las huellas que dejamos allí donde estemos y con quien estemos. No importa el contexto, no importa el rol. Cada huella cuenta. Es todo nuestro legado que será visto y recordado.

¡A por una buena e inteligente temporada!

Relacionados

CADA 2 SEMANAS
PUBLICAMOS UN ARTÍCULO.
NO TE LO PIERDAS.
SUSCRÍBETE AHORA.