Una compañera y excelente profesional decía “yo soy una buena segunda, no sirvo para mandar” y era cierto, pero el comentario me parece brillante. Me explico, ser consciente de cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades es efectivamente clave para ser unos buenos profesionales y seguir desarrollándonos a la vez que disfrutamos de nuestro trabajo.
¿Cuántas personas no lo son? ¿Cuántas personas son excelentes ingenieros, médicos, electricistas, informáticos, financieros que son promocionados y pasan a ser Jefes de Servicio, Directores de Dpto o Área, Business Unit, Jefe de equipo, etc. Y creen que con dos cursos, un seminario y algún curso que les proporciona la empresa ya pueden desempeñar su trabajo?
La profesión de dirigir personas es una PROFESIÓN en sí misma y entenderlo así nos hace prepararnos para ello.
Si hemos dedicado 3-5 años a una carrera, más 1-2 a postgrados y masters en formarnos como por ejemplo “ingenieros” cómo podemos pensar que asumir un nuevo ROL que implica la responsabilidad de dirigir a otros no va a requerir de un proceso significativo.
Por supuesto hay personas que tienen unas habilidades y/o competencias para dirigir a otros que les resulta más fácil, sobre todo aquellos que han aprendido de su experiencia siendo dirigidos, pero probablemente no es suficiente.
El ejercicio de la Dirección requiere de una formación continua, conocernos y gestionarnos para poder dirigir a los demás. Sino es cuando vivimos el nuevo ROL con ansiedad, estrés, frustración o lo generamos en los demás.
El trabajo con directivos me ha permitido ver diferentes respuestas y vivencias del rol de manager Personas muy conscientes de cómo hacían las cosas y de en qué áreas necesitaban desarrollarse y otras que lo vivían como un sufrimiento o incompatibilidad, cuando no incomprensión. Recuerdo un Director del Área de Ingeniería que pertenecía al Comité de Dirección y que tenía grandes dificultades para gestionar su área de negocio (no en cuanto al aspecto técnico) que en una sesión dijo “yo soy ingeniero y es lo que quiero ser” señalando que todo lo demás no le interesaba. Bien! Si es así ¿dónde queda la coherencia y la responsabilidad que comporta desarrollar un nuevo cargo?
Las implicaciones de pensar que soy el mejor para ocupar un puesto porque soy excelente técnicamente generan un impacto en las personas del equipo, a la organización y a uno mismo.
Desde una posición de responsabilidad deberíamos explorar y desarrollar 3 dimensiones: “conocimiento de uno mismo”, “relación y gestión de los otros” y “la organización como sistema”. E identificar donde están nuestras fortalezas y qué aspectos debemos desarrollar en las tres dimensiones para vivir esta profesión como una de las mejores que existen.