(Este artículo fue publicado en Diario Abierto el 9 de octubre de 2020)
Cambiar para seguir siendo
Miguel Ángel Valero. «Si hay que asumir procesos de transformación y evolución, nuestras organizaciones no deberían subestimar la potencia de la osadía», afirma Elizabeth Díaz, coautora de «Total Value Management. Guía para transformar tu empresa».
«Total Value Management. Guía para transformar tu empresa», escrito por Elizabeth Díaz, Claudio Drapkin, Marta García y Nuria Povill (los creadores del Modelo de Valor Total), es una obra curiosa. Primero, porque se entregó a la editorial el viernes 13 de marzo de 2020, justo antes de la declaración del estado de alarma por la pandemia. Y segundo, porque es un trabajo colaborativo, en el que han participado una veintena de consultores y otros seis expertos.
Que dicen cosas como que «los negocios se podrán montar casi solamente con tecnología, pero las empresas solo se hacen con personas», por lo que «esta óptica humanística del management no solo no quita competitividad a las empresas, sino que les aporta consistencia». O que «las personas tenemos una vida, dedicamos una gran parte de ella a trabajar, vale la pena que lo hagamos con un propósito de valor digno» (Xavier Marcet, presidente de Lead To Change).
El libro, que da continuidad a «Verdades en juego. Un mapa para construir organizaciones poderosas» (2014) y «La empresa total. Cómo debería ser la organización hoy para sobrevivir mañana» (2017), parte de que «no solamente es necesario transformar la forma de actuar, también hay que cambiar la forma de pensar».
Y de que una empresa «puede entenderse como un organismo vivo que, para ser sostenible, debe orientarse a la creación de valor para todos los actores con los que interactúa». «Y debe hacerlo de la manera más equilibrada posible, pues de otra manera su capacidad de sostenerse en el tiempo se erosiona».
En ese sentido, cita a Jorge Wagensberg y su «Si la Naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?»: «Un ser vivo es una parte del mundo que tiende a mantener una identidad independiente de la incertidumbre del resto del mundo«.
Y a Brad Bird, el oscarizado director de películas de Pixar, para quien «el dinero es solo el combustible del cohete, lo que quiero realmente es viajar a alguna parte, no quiero acumular combustible».
Pero también se recuerda la frase atribuida a William Thompson, primer Barón de Kelvin: «Lo que no se mide no se puede mejorar. Lo que no se mejora se degrada siempre«.
Y se expone una idea del biólogo y filósofo chileno Humberto Maturana: «Todo quehacer humano ocurre en el conversar, cambiemos nuestras conversaciones y haremos un mundo distinto».
Un mensaje principal de la obra es que la adaptación tiene como finalidad la supervivencia, es cambiar para seguir siendo. «Las empresas sobreviven solo si evolucionan con sus clientes o si son capaces de hacer evolucionar a sus clientes. Las empresas crecen si saben hacer crecer a su gente, si imponen un liderazgo basado en servir a los demás» (Claudio Drapkin).
La obra define el liderazgo como «la capacidad de influir positivamente sobre uno mismo y sobre su entorno más cercano».
Pero hay más aportaciones. Esta obra con más de una treintena de autores sirve para «demostrar que la cooperación es la opción más inteligente incluso entre competidores» (Marta García).
«Si hay que asumir procesos de transformación y evolución, nuestras organizaciones no deberían subestimar la potencia de la osadía» (Elizabeth Díaz)