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¿Qué lugar ocupas en la lista?

Hace unas semanas conversando con una amiga me ponía al día sobre su trabajo. Hace un año inició un nuevo proyecto muy diferente a lo que había estado haciendo hasta el momento y que precisamente por eso la ilusionaba.

Sabía que el inicio de un proyecto requiere invertir muchas horas y esfuerzo y que sería duro pero era motivador y valdría la pena a largo plazo.

Pero cuando hablé con ella el otro día, lo que me llegaba era una persona cansada, angustiada, que solo repetía que “aún debo darle un año más al proyecto”. Es el tiempo que ella estima que necesitan para acabar de lanzar y afianzar el proyecto y que pueda generar beneficios suficientes como para compensar el esfuerzo que están haciendo todos.

Me pareció inteligente y razonable saber calibrar en qué momento están las cosas y qué les puedes pedir y esperar. Lo que no me dejó tranquila fue que escuchando y observando como estaba ella vi lo que le estaba suponiendo a nivel personal y familiar. Cuando le pregunté si esto lo había hablado con la Directora del negocio (y amiga) ella me comentó que no: “Le estoy dando un año y aún no puedo pedir nada. Todo el equipo está haciendo un esfuerzo muy grande. ¿Cómo le voy a decir nada?”

Mi pensamiento fue que aunque todo el equipo esté haciendo un gran esfuerzo no significa que por ello la única opción que tenemos sea callar y aguantar. Respetando la decisión que ha tomado de dar un tiempo al proyecto, está en desequilibrio porque prioriza antes las necesidades del proyecto que las de ella no escuchándose.

No me refiero a exigir algo que de antemano sabe que no es posible, me refiero a conversar con su responsable y por otro lado persona de confianza sobre cómo está y cómo le está afectando.

Es no dar por sabidas cosas, el otro no tiene porqué saber las consecuencias reales para nosotros y evidenciar todas las fuerzas que hay en juego.

Mi amiga se ha puesto la última de su lista, poniendo por delante al trabajo, equipo, familia y hogar. Y como siente que no puede dar respuesta a todo como quisiera está triste, angustiada y se siente desbordada e infeliz. Y con todo eso aúcitan piensa en que debe aguantar un año más.

Conversamos durante largo rato sobre lo que para ella era importante, lo que no quería poner en peligro, lo que valoraba del proyecto y sobre lo que tenía que pasar para que ella se pudiera empezar a sentir mejor.

Al final comprendió que no escucharse y obligarse a esperar para tener esa conversación era priorizar a todos los demás y olvidarse de ella, lo que la estaba desgastando.

Tomó conciencia de que precisamente así sucedería lo que no quería que pasara y es que el esfuerzo y desequilibrio era tan grande que lo más probable es que pasado ese tiempo dejaría el proyecto desilusionada y frustrada.

Decidió mantener esa conversación, una conversación sincera, tranquila, sin exigencias pero creando un espacio para construir conjuntamente el futuro desde el respeto y la confianza.

Decidió ponerse la primera de su lista!

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