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¿Nos ha cambiado la pandemia?

(Artículo publicado en L’económic  de el Punt Avui el 21 de enero de 2021)

Pocas veces habremos deseado tanto que terminara un año. Y es que 2020 lo recordaremos siempre porque trajo consigo una pandemia que ha cambiado el mundo, haciéndonos sentir vulnerables y frágiles ante la enfermedad,  obligándonos a encerrarnos, llevando a la quiebra a  miles de empresas…

Pero las personas, ¿hemos cambiado?  ¿Somos ahora mejores? Veámoslo por diferentes ámbitos:

  • Ámbito intrapersonal

La pandemia nos ha puesto en contacto con nuestras emociones más genuinas y básicas. Hemos aprendido del miedo la necesidad de protegernos; hemos conectado con la tristeza, conectando con nosotros mismos, llorando por lo que nos han dejado. Nos ha conectado con la rabia, la frustración, la impotencia… Nos ha recordado que no somos dioses. Y también nos ha dado fuerza, determinación. Nos ha conectado con la solidaridad y con la generosidad, con el gozo de los pequeños momentos.

Pero también podemos no haber aprendido nada,  quedándonos en la queja constante.

  • Ámbito interpersonal

En este ámbito podríamos pensar que la pandemia ha tenido poco que ofrecernos: distancia, aislamiento, soledad… Pero hemos visto innumerables muestras de altruismo; nos hemos unido para reconocer a nuestros sanitarios, farmacéuticos, cajeros o transportistas. Hemos gritado al mundo que nos necesitamos. UBUNTU, que significa “Una persona es una persona a causa de las demás” ha tomado su máximo significado. La vida pierde mucho de su sentido si no es la vivimos en relación. Hemos redescubierto el placer de compartir en familia, con la pareja, con los hijos; de hacer de la casa un auténtico hogar.

Pero podemos habernos encerrado en nuestro mundo de forma egoísta o  incumpliendo las normas del confinamiento.

  • Ámbito profesional

 Creo que en muchas empresas la respuesta sobre si la pandemia nos ha cambiado es “sí”. Hemos preguntado a más de 450 directivos y mandos medios, en nuestro Estudio de Valor Total (Total Value Index 2020 ), y la grata sorpresa ha sido ver que mientras mermaban los recursos económicos se fortalecían las relaciones personales. Son muchos los equipos que nos cuentan que se han unido más ante la adversidad; que han demostrado una capacidad de autonomía o de tomar decisiones u optimizar procesos que en circunstancias normales hubieran tardado años en hacer. Han sido los “héroes” silenciosos.

Pero en el ámbito profesional hay personas sin responsabilidad y personas con responsabilidad sobre personas. La cuestión que nos hemos de plantear es: ¿Qué ha ocurrido con el liderazgo durante la pandemia? Yo he visto liderazgos que se ha ajustado mínimamente a las nuevas circunstancias (aplicar el teletrabajo o gestionar equipos en remoto), y liderazgos que ha entendido que había que liderar de forma muy diferente porque las necesidades eran muy diferentes. A este último yo lo he bautizado como liderazgo en clave femenina (sin referirnos, obviamente, al concepto hombre-mujer).

 

¿Cuáles son estas claves?

  1. Primero lo primero: cuidado por la salud
  2. Gestión de las emociones: entender y facilitar la expresión del miedo, la rabia, la tristeza
  3. Interés real por escuchar y saber cómo estaban las personas
  4. Cercanía, virtual o física, según se haya podido
  5. Hablar mucho con los colaboradores, no sólo para saber cómo van los resultados económicos
  6. Confiar y generar confianza
  7. Reconocimiento constante y sincero

La necesidad de remontar económicamente los negocios es imperativa pero no más que la necesidad de cuidar las relaciones. A ese cuidado es a lo que nos referimos como una mirada femenina en la forma de liderar.

La pregunta es: ¿Hemos estado a la altura como “personas que gestionamos personas”?

¿Hemos aprendido y aplicado paciencia, escucha, generosidad, compasión y comprensión?

Más nos vale que sea así. Porque, posiblemente, lo peor esté por llegar. Somos muchas las personas que nos reconocemos cansadas, agobiadas, irritadas… Pero si estamos  liderando equipos, hemos de estar preparadas para acompañarlos en este tramo final. Nos toca liderar cuando las tropas están ya agotadas.

Edith Cavell, la enfermera que salvó decenas de vidas durante la Gran Guerra, dijo: “No puedo parar mientras existan vidas por salvar”. Necesitamos líderes con esa fuerte motivación por ayudar a los demás. Es momento de seguir empujando sin desfallecer. De “salvar” estados de ánimo, agotamientos y crisis para conectarlos con la oportunidad y la esperanza. Es momento de impulsar, animar y también de sonreír… Y cuando sintamos que las fuerzas flaquean, es momento de mirarnos compasivamente, de perdonarnos y fluir…

Si lo estamos haciendo así, quizá seamos ahora mejores personas… y quizá, sólo quizá, esta pandemia haya sido el mejor regalo del 2020…

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