He tenido suerte de nacer en el siglo XX, de nacer en este país y en Barcelona. He tenido suerte de nacer en la familia a la que pertenezco. He podido elegir si quería estudiar y qué quería estudiar. He podido elegir en qué facultad, el lugar donde quería vivir y con la persona con la que quería hacerlo. He podido elegir si quería tener o no hijos. He podido elegir la educación que le quiero dar y en qué colegio. He podido elegir a mis amistades, cómo me quería vestir y si quería salir o hasta qué hora lo quería hacer. He podido elegir mi profesión y a mis compañeros de viaje en mi trayectoria profesional. Y utilizo el verbo poder, y no el verbo querer, porque he tenido la posibilidad de hacerlo, lo que me convierte en una persona afortunada. He partido de la “línea de salida” en la vida (o eso creía).
Hace unos días conversando con una persona que trabaja en una ONG me comentó que “hay personas que ya desde su nacimiento (por el lugar y circunstancias en las que lo hacen) no están en la misma línea de salida que los demás. Estas personas parten de 20 metros atrás (emigrantes, refugiados, familias desfavorecidas,…) lo que hace que su dificultad sea mayor.”
Yo no, yo estaba en la línea de salida y más del 98% de las personas que conozco también. Pero si me detengo a reflexionar me doy cuenta de que exactamente no es así. Veo que estoy en la línea de salida pero situada en la cola. Solo por un hecho, porque nací mujer. Y, sintiéndome afortunada como me siento, y no lo puedo ni quiero olvidar, también es cierto que estamos en una sociedad donde aún existe el machismo y la desigualdad laboral.
Desarrollo mi trabajo en constante relación con personas en su entorno laboral. En empresas de diversidad de sectores, públicas y privadas. Y eso me permite ver cómo está presente la desigualdad. Como para la mayoría de mujeres la promoción significa un sacrificio o renuncia personal. Ver que existe brecha salarial, las dificultades extra que tienen las mujeres para alcanzar puestos de dirección, acoso sexual, ninguneos. Ver como “algunos” hombres se permiten ciertas licencias o comentarios referente al físico o a la condición de ser mujer en reuniones o entorno de trabajo.
Es cierto que cada vez más hombres asumen un papel activo en la crianza de los hijos. Lo podemos comprobar porque están en los colegios o en los parques o en las salas de espera de los pediatras. También es cierto que no todos los Directores o Responsables infravaloran el trabajo de sus compañeras. Pero aún hay mucho camino por recorrer. Por ejemplo el porcentaje de mujeres que hacen carreras científicas es muy bajo y esto tiene que ver con la creencia instalada en la sociedad de que “no son carreras para ellas”.
No se trata de estar “por encima de” sino de ser “igual que” y para ello es tan importante la implicación de los hombres como la de las mujeres. Sin el trabajo conjunto de ambos será más lento y difícil.
El hecho de que exista el día de la mujer, el 8 de marzo, confirma que algo no funciona. Es un problema político-económico-cultural. Nuestros jóvenes han de crecer libres de prejuicios y condicionantes que les impidan desarrollarse plenamente en su edad adulta. Y a día de hoy no es así.
Por eso pienso que el día 8 es importante. Porque debemos asegurarnos de que en términos de igualdad de género todos estamos en la misma línea de salida. El día 8 no se ha convocado a una huelga laboral al uso. Se plantea como una huelga de cuidados, una huelga de trabajo doméstico, de soporte emocional. De poner en valor ese trabajo silencioso necesario para que la sociedad avance.
Recordemos que esta fecha conmemora el 8 de marzo de 1909, cuando 129 empleadas de la fábrica textil Cotton de Nueva York fueron asesinadas al prender su propio dueño fuego a la fábrica mientras todas ellas se encontraban dentro haciendo una protesta que exigía derechos laborales. No tengo palabras.
Personalmente pienso que lo importante de ese día, más que seguir la huelga o no, es la liberad de elección.Aquellas mujeres que decidan no hacerla que no sea por un comentario, reproche u opinión de un hermano, padre, novio, marido, jefe…, porque entonces estarán alejándose de la línea de salida. Estarán dando un paso atrás.