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¿Es posible confiar?

Escribo motivada por una situación reciente que he vivido… y que me ha dolido, y en la que mi confianza hacia personas muy próximas se ha resquebrajado… aunque no roto por completo… Una situación que me ha hecho replantearme no sólo mi confianza hacia otros sino mi confianza en mí misma, en lo que soy, cómo soy, cómo me ven, y en si me aceptan como soy…

Parece casi un tópico preguntar si alguna vez has perdido la confianza en alguien, si alguien o algo te ha defraudado… Es una situación que yo me atrevería a afirmar que todos hemos sentido, que forma parte de la vida…

Y todos sabemos que cuando la confianza se rompe, duele… Y duele mucho. Se quiebra algo muy profundo, entras en una zona de zozobra emocional, casi en un sinsentido… Y hay quien cree que no vale la pena…

Sin embargo, nosotros seguimos convencidos de que, de entre muchas de las cosas que valen la pena en la vida, una de ellas es CONFIAR, SEGUIR CONFIANDO, en los demás, en los proyectos, en el trabajo, en la vida! Y aunque las personas puedan fallarte, aunque el futuro que esperabas pueda no resultar como creías, CONFIAR en que todo pasa por algo… y para algo!!

La confianza o la ausencia de ella está en todo lo que nos rodea. Confiamos o no confiamos en las personas, en los maestros, en los médicos, en los gobernantes! Confiamos o no confiamos en nuestras propias capacidades. Confiamos en ver crecer a nuestros hijos, en tener una vida digna, a pesar de la crisis sufrida, y a pesar de que veamos como miles de refugiados huyen de sus países… seguimos confiando en un futuro mejor… o no…

Al final, consciente o inconscientemente, la decisión entre Confiar y No confiar envuelve nuestras vidas. Tomamos decisiones en base a la confianza, y asumimos riesgos constantes, porque confiar entraña siempre un riesgo.

Podemos reducir este riesgo buscando que la confianza se sustente en ciertos pilares: Según Echevarría, esos pilares que construyen la confianza, y que buscamos en los otros o los hacemos parte de nosotros, son: la Sinceridad, la Competencia y la Responsabilidad en aquellas personas a las que nos entregamos, a las que delegamos, o con las que trabajamos.

Sin embargo hay un nivel más profundo en el riesgo que significa confiar. Es un nivel que nos conecta con la necesidad de mostrarnos ante los demás de manera real y auténtica. Expresarles que nos sentimos dolidos, que nos hemos equivocado, que no sabemos, que hemos mentido, que los necesitamos, que sentimos rabia o tristeza, que nos sentimos perdidos, que nos sentimos equivocados… en definitiva que nos sentimos vulnerables. Y sólo si confiamos en ellos podremos mostrarnos así. Porque sólo si hay confianza existen las condiciones para aprovechar la “fuerza de la vulnerabilidad” que emerge del mostrarnos auténticos y transparentes. Esa fuerza que aparece cuando podemos dejarnos caer en los otros ya que estos nos acogen desde la comprensión y la compasión auténtica para poder volver a empezar y seguir adelante.

Como dice Francesc Torralba en su ensayo sobre “La Confianza”: “aprender el oficio de vivir es aprender a discernir la calidad de las personas con las que topamos en el camino. Consiste en saber optar definitivamente por aquellos que valen la pena, confiar y vivir la aventura de relacionarnos con ellos”.

Por eso, la Confianza es el VALOR que SOLO Consultores defiende como el valor nuclear que ha de darse en las empresas y organizaciones. Vivir es confiar; sin Confianza, no hay “vida” real. Es con ella con la podemos seguir adelante y desbloquear situaciones. Sólo cuando confiamos percibimos que es posible abrir nuevas posibilidades en la incertidumbre que nos rodea. Confiar se convierte en un verdadero catalizador de la acción.

En algunos contextos, no podemos hacer nada más que arriesgarnos. Recuerdo la última escena de la película “The Road”, en la que un niño que ha perdido a su padre, en un mundo devastado, duda si acercarse a otra familia para seguir camino con ellos. Y cuándo les pregunta cómo puede saber si confiar en ellos o no, le contestan: “Tendrás que arriesgarte!”

Sin embargo, en el mundo profesional, en el trabajo, hay maneras de poder manejar ese riesgo ya que una confianza totalmente ingenua puede ser muy peligrosa…

Lo primero es valorar cuál es nuestra “predisposición a confiar”. Obviamente esta variable está ligada a nuestra propia historia personal, a las experiencias que hemos vivido en nuestro contexto personal y profesional que nos han reforzado o negado la posibilidad de confiar en los demás y en nosotros mismos. Y, lo segundo, es analizar qué “elementos de control o regulación” disponemos en la relación con la situación o con la persona con las que hemos de construir confianza. Estos elementos están ligados a la capacidad que tengamos de observar y medir comportamientos y de crear espacios de encuentro que permitan el intercambio asertivo de opiniones y juicios.

De la intersección de estas dos dimensiones podemos establecer cuatro tipos de confianza/desconfianza.

confianza grafica

Un primer punto sería revisar dónde nos estamos moviendo, cuál es mi actitud dominante ante la confianza, dónde estoy: en la CONFIANZA CIEGA (Credulidad); en la DESCONFIANZA (Indecisión); en la INCREDULIDAD (Sospecha), o en la CONFIANZA INTELIGENTE (Juicio). Recordemos aquella frase del Talmud que dice “Las cosas no son como son, son como somos…” Posiblemente reciba lo que envío, en términos de Confianza

Y luego emprender el Movimiento hacia la CONFIANZA INTELIGENTE.

Este movimiento está ligado a construir los tres pilares de Echevarría que ya hemos mencionado: Sinceridad, Responsabilidad; Competencia. Pero también a crear condiciones en las organizaciones para que esos pilares se fortalezcan. Por ello hemos de favorecer que:

  • Las normas de funcionamiento, las “reglas de juego”, sean claras, conocidas, respetadas y que estimulen la cooperación.
  • Haya equidad, claridad y suficiencia en el reparto de la riqueza que se genera.
  • Exista fácil acceso a la información y al conocimiento disponible.
  • Exista disposición a que las personas se hagan cargo de la vulnerabilidad de los demás cuando se necesiten, de manera solidaria y desde el cuidado mutuo.
  • Se compartan valores construyendo coherencia entro lo declarado y lo puesto en práctica.
  • Se comparta el sentido de futuro del proyecto que se construye entre todos.

Por tanto, ¿Es posible confiar?…Sí, lo es… y es algo que va más allá de la posibilidad o la imposibilidad. Es una necesidad. Y es nuestra responsabilidad construir condiciones para hacerlo… inteligentemente.

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