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Cuidado con el estúpido que llevamos dentro

Me gusta escuchar música o algún programa de radio mientras hago marcha nórdica. El otro día escuché una entrevista a Emilio Gómez Milán, catedrático de psicología[1], en la que afirmaba que igual que hay Inteligencias múltiples existen Estupideces múltiples. Lo cierto es que el concepto me sorprendió y llamó mi atención.

Es conocida la Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner pero nunca me había planteado que se pudiera distinguir diferentes tipos de estupidez. Aunque creo en el poder de la mirada apreciativa y, por tanto, de potenciar nuestras virtudes y capacidades más que mirar lo que falta, también conviene no minusvalorar el poder de las acciones de los estúpidos.

La estupidez es un acto individual y todos podemos llegar a cometer alguno, o más de uno, a lo largo de nuestra vida.

Para entender mejor lo que es la estupidez podemos decir que puede ser fruto de un problema de aptitud (poca inteligencia) o de un problema de actitud (ser consciente de un escenario que necesita una toma de decisión y no hacer nada). Por ello me parece importante la idea de que detrás de una estupidez de actitud puede haber una persona inteligente. La estupidez nos parece irracional, pero tiene su propia lógica subyacente y, lo peor es que puede ser fruto de una voluntad explícita, de una intencionalidad.

En caso de que no haya intencionalidad pueden darse dos casos interesantes. Por un lado el caso en el que el estúpido puede llegar a ser ignorante de su propia estupidez ya que se considera a sí mismo la unidad de medida. De esta forma piensa que los que son igual que él no son estúpidos y los otros sí. Y por otro, el que desarrolla un plus de ignorancia, ya que es capaz de ocasionar pérdidas a otra persona o a un grupo sin que él se lleve nada o incluso salga perdiendo. (Cipolla [2])

Si indagamos un poco más descubrimos que existen diferentes tipos de estupidez. La investigación llevada a cabo por el equipo de Aczél[3] ha clasificado la estupidez (los comportamientos cotidianos considerados torpes o poco prácticos) en tres grados:

1. Ignorancia–confianza. Este grado es el más alto de estupidez y aparece en aquellas personas que asumen situaciones de riesgo (de cualquier tipo) a pesar de que carecen de las habilidades o conocimientos necesarios para resolverlas. Curiosamente, son conscientes de las consecuencias que se pueden suceder.
2. La falta de control. Es el grado medio de estupidez. Se corresponde con aquellos sujetos que tienen un comportamiento obsesivo compulsivo y carecen de autocontrol.
3- Distracción. El grado más leve de estupidez. Aparece en aquellas personas que no solventan una tarea práctica debido a una distracción o porque carecen de las destrezas necesarias para llevarla a cabo.

Lo que encuentro interesante es que la estupidez se hace peligrosa cuando se convierte en fenómeno colectivo, porque acostumbra a crear subgrupos, los buenos y los malos,  donde, evidentemente, los buenos somos nosotros y los malos los otros. El ser humano está preparado psicológicamente para la polarización, le cuesta cambiar de opinión, sin embargo le es fácil cambiar de foco.

Este comportamiento, que siempre es peligroso, en periodos como el que estamos pasando ahora, de crisis, es más preocupante. Porque al polarizar se construye un relato en el que el malo es el otro y los buenos somos nosotros, y obvia el problema real, lo deja de lado y no lo soluciona. En mi opinión es lo que podemos observar en la gestión-actuación de la mayoría de políticos ante la pandemia. Y muy claramente se corresponde con el discurso de Trump sobre la Covid. El mal uso de las redes sociales está incrementando el nivel de estupidez global cuando no contrastamos la información y únicamente consumimos una única fuente y así nos vemos manipulados de manera “conscientemente inconsciente”, como muestra el impactante documental “The Social Dilemma” en Netflix.

Como recuerda Cipolla, estúpidos podemos ser todos y pueden estar en todas partes. Por lo que en el ámbito empresarial también lo podemos observar. Tienen múltiples formas, una de ellas es la mediocridad. Jefes que prefieren rodearse de mediocres porque así tienen la ilusión de que ellos brillan y organizaciones que promueven, premian y promocionan a personas (estúpidas) porque su presencia asegura que no va a cambiar nada: no tienen talento, no proponen ideas y no cuestionan el statu quo.

Pero en periodos de crisis es importante abandonar el automatismo y, ante la incertidumbre, pensar, ser conscientes, razonar y afrontar el problema. El peligro de tener en plantilla a mediocres – estúpidos- es que no detectan ese cambio y no se adaptan a la situación intentando ofrecer soluciones nuevas.

Conforme escuchaba la entrevista me venían a la mente situaciones estúpidas que he observado en diferentes empresas y en todos los niveles:
• Jefes que crean silos en los departamentos dificultando el flujo de comunicación con otras áreas.
• Directivos que lo saben todo y que no escuchan a su equipo.
• Líderes incompetentes que se rodean de gente mediocre porque éstos buscan certidumbre por encima de cualquier cosa por lo tanto lo seguirán y apoyarán.
• Personas instaladas en la queja, sin propuestas o asunción de responsabilidad.

Imagino que os pueden ser familiares. Como todos somos susceptibles de hacer alguna estupidez es importante saber qué hacer para minimizar las opciones o dejar de serlo:

Practicar la autocrítica. El estúpido carece de ella. Dudar es el primer paso para buscar una solución. Observa tu comportamiento de manera honesta y analiza tus pensamientos, tus emociones y tus acciones.
Desarrollar nuestra flexibilidad mental, incrementarla buscando múltiples perspectivas.
Reconocer la existencia del otro como persona única y singular, legítimo en su forma de ser, de pensar y de actuar.
Practicar la empatía y considerar que los puntos de vista de las otras personas pueden tener algo positivo.

Antes comentaba que al ser humano le es fácil cambiar de foco, así que tomemos la invitación a centrarnos en colaborar, en contra de polarizar;  a escuchar todos los puntos de vista,  a repensar maneras de hacer, a  co-crear y a buscar el bienestar personal, empresarial y de toda la sociedad.

Y recuerda:

“Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia”.

Mark Twain.

 

[1] Emilio Gómez Milán, catedrático de Psicología Experimental, Universidad de Granada

[2] Carlo Maria Cipolla, libro ‘Allegro ma non troppo

[3] Investigación realizada por la Universidad Eötvös Lornand (en Hungría) y la Universidad de Baylor (en Texas). Titulada « What is stupid?: People’s conception of unintelligent behavior» y dirigida por el psicólogo Balázs Aczél.

 

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