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Cuando algo o alguien toma las decisiones por ti

Y encima te enfadas…

Hace ya casi 20 años, el 7 de octubre DE 1999 exactamente, tomé una decisión. Me compré un ciclomotor. Esa decisión sí que la tome yo. Una decisión meditada, contrastada, analizada y satisfactoria, sobretodo para mi.

Ciertamente, mi proceso de toma de decisiones no siempre ha sido así.

Ya hace unos años, 5 aproximadamente, ese mismo ciclomotor empezaba a estar “viejecito”. 40.000 kilómetros y 15 años,  Eran muchos para un ciclomotor. Necesitaba arreglos anuales que iba asumiendo. Pasaba la ITV. Cada año me repetía… este año ya es el último. Y así hasta hoy.

Este verano pensaba sobre ella y tome una decisión: cuando llegue de nuevo a Barcelona, a finales de septiembre la daré de baja. Ya no volveré a pasar la ITV ni renovaré el seguro. Ahí acabará nuestra historia.

Pero decidió “traicionarme”. Eso es lo que pensé cuando, el 3 de septiembre me dejó tirada en la calle. Ya no iba a funcionar nunca más. Mi relato era… “joooo, no es justo…. ¿Le venía de un mes?… ¿por qué ahora?. Casi 20 años y 50.238Km.

La toma de decisiones es el proceso mediante el cual se realiza una elección entre diferentes alternativas o formas posibles para resolver diferentes situaciones de la vida. Consiste, básicamente, en elegir una alternativa entre las disponibles, a los efectos de resolver un problema actual o potencial.

Racionalmente, la decisión que tenía que tomar hace 5 años era clara. Cambiarme el ciclomotor. Tenía muchos kilómetros y muchos años. Tenía que cambiar las ruedas para pasar la ITV. No valía la pena.

Emocionalmente, año tras año, decidía mantenerla. Me daba pena. Creía que no valía la pena. Que era un gasto innecesario…

Si reviso de nuevo los 5 pasos del proceso de toma de decisiones tengo claro donde, año tras año, desde hace 5 años, erraba:

• Identificación y Definición del Problema: Ciclomotor de 15 años, con muchos kilómetros• Análisis del problema: empiezan las reparaciones, pequeñas de momento. Toca renovación del seguro. Gastos para pasar la ITV. Vida limitada.
• Generar alternativas de solución. Comprar una moto nueva o mantenerla
• Evaluar alternativas: Mirar diferentes marcas, diferentes modelos y diferentes precios. Compararla con el coste de mantenimiento de la actual.
• Elección de la mejor alternativa

El último punto era mi error. La mejor alternativa, claramente, era comprar una nueva moto. Mayor cilindrada, nueva, sin reparaciones, con el mismo seguro…pero emocionalmente me repetía y me llegué a creer… no hace falta. Detrás de esa decisión, estoy segura de que había una creencia limitante de primer nivel: El no merecimiento.

Dadas las circunstancias, puedo asegurar que en este caso, no tomé yo la decisión. Fue algo, mi ciclomotor, quien la tomó por mí.

La toma de decisiones es un proceso en el que evidentemente impactan las emociones. Pero es importante que las emociones estén al servicio de evaluar diferentes alternativas  y conducirnos a la mejor alternativa. No limitarnos. No coartarnos. En mi caso fue así. Las emociones, y las creencias (no me olvido de ellas) me impidieron tomar una decisión que racionalmente era muy clara.

Otros ejemplos que me vienen a la cabeza… «llevo tiempo queriendo dejar la compañía y no hago nada. Hay una reestructuración y prescinden de mi puesto… me enfado», «quiero tener información sobre el rumor de una promoción interna para tenerlo en cuenta en mi desarrollo profesional pero no muevo ficha. Otro compañero opta a ese puesto… me enfado», «llevo tiempo con la percepción de que no se tienen en cuenta mis aportaciones. Me quejo, pero no hago nada…. me enfado»

¿Cuál es tu punto débil en la toma de decisiones? ¿Toman muchas decisiones por ti? Si no las tomas tu, las cosas siguen pasando. Algo o alguien las toma por ti. Piensa sobre ello y hazte dueño de tu futuro.

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