En esta ocasión mis reflexiones parten de un Ted: «Los retos de una nueva educación» de César Bona. Licenciado en Filología Inglesa y diplomado en Magisterio de 42 años nacido en Ainzón (Zaragoza). Es uno de los 50 maestros que optan al Global Teacher Prize (“Nobel” de los profesores). Un líder en el ámbito de la educación @cccesssarrr.
Algunas de sus palabras me conectaron, directamente, con lo que las personas buscan constantemente en las empresas.
Muchas veces, en los trabajos que realizo con algunos equipos, el ambiente está crispado. Hay enfado. Incomprensión. Desmotivación. Están en la queja. En el inmovilismo. En «la culpa es del otro».
Puedo afirmar que no buscan nada muy diferente a lo que que César, o maestros como él, ofrecen a los alumnos en sus aulas. Tener referentes, trabajar con pasión, sentirse escuchados, sentirse reconocidos, estar ilusionados con su trabajo, disfrutarlo, sentirse útiles, sentir que aportan valor…
El objetivo de las escuelas es generar aprendizaje y desarrollar a los alumnos. Las empresas deberían ir más allá de un lugar para obtener un salario y apostar, también, por el desarrollo y la mejora continua tanto a nivel personal como profesional.
Como responsables o líderes de equipos deberíamos preguntarnos:
¿Somos referentes para ellos? Los referentes positivos nos guían, nos influyen, impactan en nuestra manera de hacer. Los negativos nos hacen buscar alternativas porque no nos gusta cómo están impactado en nosotros.
¿Tenemos la capacidad de contagiarles ilusión por el proyecto? La ilusión es la gasolina para la acción que nos lleva a la consecución de los objetivos.
¿Tratamos a las personas con el respecto que se merecen? El respeto supone el valor central para fomentar la confianza interna
¿Fomentamos la creatividad en nuestros equipos para que sientan su propio desarrollo? La creatividad es necesaria para generar adaptabilidad constante al entorno actual
¿Reconocemos las emociones que tiene nuestro equipo tanto a nivel individual como a nivel grupal? Gestionar emociones supone gestionar el bienestar de las personas.
Unos de los objetivos que César se fija es que la escuela sea un lugar donde los niños quieran ir. ¿Tenemos, los directores, ese objetivo en nuestra mente? ¿Hacemos todo lo posible para que nuestros colaboradores vengan cada día con ganas a trabajar? ¿Fomentamos un clima que favorezca el compromiso?
No pretendo dar respuestas, solo lanzar algunas preguntas que nos llevarán a cuestionarnos nuestro estilo de liderazgo.